-REVELACIONES


Esta parte selecciona tres cuadros de Valls que utilizan textos del Apocalipsis de San Juan. En El séptimo sello (1997) el pintor sitúa a una mujer asustada, desnuda y recogida, en la esquina de una construcción algo descuidada, de paredes y suelo sucios, con filtraciones de agua y muros rugosos. El fragmento que vemos de suelo está escrito, todo él, con textos del capítulo de la apertura del séptimo sello, lo cual nos indica que es el fin del propio fin de nuestro planeta, de acuerdo con las profecías del evangelista. Terribles plagas azotarán la Tierra, las aguas serán amargas, un monstruo de siete cabezas vendrá a devorarnos… Ya no hay salvación posible. La chica intenta refugiarse en esa esquina y en su propio cuerpo; pero está desnuda e indefensa.



Revelatio (2004) retrata a un personaje con rasgos indefinidos, podría ser perfectamente un hombre, pero su pecho descubierto indica su sexo femenino. Ella lleva atado a su cuello un ídolo, una efigie, una pequeña estatua de madera que representa al santo Juan, el revelador o visionario. En este caso, los textos del Apocalipsis están escritos en círculos de papel que, clavados en la pared, dibujan, junto a unos clavos, una circunferencia que rodea la cabeza de la joven, imitando a la aureola de los santos. Los clavos simbolizan la muerte de Cristo y el martirio del hombre enfrentado a sus propios pecados. Los círculos representan a Dios, quien crea y destruye todo a partir de la palabra. El fondo escarlata augura el fin desastroso y sangriento que le espera a la humanidad, en voz del apóstol.

El último cuadro de esta sección, Incisio (2004), también tiene círculos de papel con palabras del libro que cierra la Biblia. En este caso tenemos tres círculos y además una página entera con textos del Apocalipsis. Es un reflexionar, un conflicto que tiene el hombre, una lucha constante entre lo que debe y lo que desea. Valls recurre a estos pasajes por toda la simbología que encierran y por la reacción que suscita en la humanidad, aunque a veces sea de un modo inconsciente. Habla de esa situación de la que nadie se salva, del momento en que dudamos de todo, porque nada sabemos con certeza. Tanto ciencia como religión son “creencia”, el científico cree saber algo y hasta “demuestra” saberlo, pero un altísimo porcentaje de sus descubrimientos parte, inexorablemente, de su imaginación y de la fe en sí mismo. Todo lo que tenemos es fe, pero, llegados a este punto, de nada nos servirá.




















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