-OCASO

A poco de abandonar el infierno, nos centramos en una tabla cruciforme que recoge toda la esencia de lo hasta ahora visto: textos, música, opuestos amalgamados, alquimia, simbolismo… Necessitas (2008) es el título, y está toda ella inspirada en la ópera compuesta por Richard Wagner en la segunda mitad del siglo XIX: La valquiria, primera jornada (y segunda ópera) de la tetralogía titulada El anillo del nibelungo. Dino Valls, haciendo gala de su melomanía, disecciona esta composición del músico alemán y, a partir de ella, saca su propia obra maestra. Valls hace un estudio “psicológico-jungiano” de esta creación wagneriana, teniendo como consecuencia un replanteamiento y toma directa de las dificultades y luchas entre los personajes de la ópera. El tronco de esta composición se basa, según Valls, en el “conflicto interior del ser humano en el que la pulsión de los opuestos por unirse, por integrar el inconsciente con el consciente, se manifiesta en una dualidad constante y tormentosa”. El formato de la obra se asemeja a los crucifijos toscanos del trecento y es, a la vez, la representación de la espada rota que aparece en la ópera, bautizada como Notung, que significa “hija de la necesidad”; de ahí el título del cuadro (Necessitas). La espada aparece “como símbolo de la evolución espiritual y del poder creador de la palabra (verbo-logos): Sword/Word en inglés, Schwert/Wort en alemán”, me asegura el pintor. La distribución de los elementos del cuadro tampoco surge del azar. En la parte superior-central del mismo brilla el pan de oro inmaculado que evoca el mundo espiritual de los dioses, el aire. A nuestra izquierda, donde tenemos el perfil de un joven que Valls nos descubrirá como el personaje de Siegmund, corresponde el elemento tierra, encarnado en ese color rojo intenso del fondo que Valls pinta sobre pan de oro, símbolo del sol fecundador. A la derecha nos queda el perfil femenino de Sieglinde, la hermana melliza, a la vez que amante de Siegmund. Su fondo azul sobre pan de plata simboliza el agua, lo femenino que engendra vida en su interior. Por último, la joven que acompaña al dios Wotan en el centro de la composición, su hija, la valquiria Brünnhilde, está ahora semihundida en la predela. Esta zona de la tabla representa el fuego, mezcla del poder divino y del poder del hombre. Valls entiende el eje vertical como escenario del “incesto simbólico padre-hija (Wotan-Brünnhilde) proyectado”, a su vez, “en el eje horizontal (plano humano): incesto explícito entre los mellizos Siegmund-Sieglinde (hermanastros de Brünnhilde)”. Valls sigue hablando de su obra, directamente conectada con los textos de Wagner: “En el panel central, Wotan aparece representado por una figura muy humana, alejado de la divinidad, sujeto de pies y manos por sus propios pactos en el suelo de un escenario teatral”. Y prosigue: “Brünnhilde es el anima del inconsciente de la divinidad masculina que se enfrenta a la personna, la imagen exterior que Wotan tiene que representar”, por lo tanto, el dios encarna nuestros propios conflictos internos que derivan de la lucha entre la materia, manifestada fuera de nosotros, con el espíritu (Brünnhilde) que sabemos oculto en nuestro interior. “Es Brünnhilde el ánima inconsciente de Wotan que anticipa sus ideas, deseos y resoluciones sin que sea consciente”, dice el pintor y, además, extrae estos textos del libreto de la ópera: Sólo me aconsejo a mí mismo (conmigo hablo) cuando hablo contigo (Wotan a Brünnhilde: acto II, escena 2ª) y Nadie como ella [Brünnhilde] conocía mi más íntimo pensamiento, nadie mejor que ella conocía la fuente de mi voluntad. Era el propio seno creador de mis deseos (Wotan en la escena 2ª del acto III). En la parte inferior del cuadro, donde Brünnhilde está dormida, debido a su desconexión con lo divino, vemos una mano trazando un círculo con polvo de azufre. Esta mano, nos indica el pintor, es de Loge, el astuto consejero de los dioses, que, como sabio alquimista, marca el vientre de la hembra con esta sustancia, principio masculino solar, para que se una con el mercurio (principio femenino lunar). Valls añade que ese acto de la mano de Loge significa “la conjunción de los opuestos, la unión de lo separado, de lo espiritual con lo material, el solve et coagula del opus nigrum”. Todo se entiende como perfectamente conectado y meditado también cuando el pintor nos asegura que la espada clavada en el fresno y la valquiria semienterrada en el suelo son la misma cosa, y sacar la espada del árbol y a Brünnhilde del sueño significa la evolución espiritual. Sigo citando textualmente lo pronunciado por el artista sobre la distribución de los elementos en su tabla: “En los brazos de la cruz-espada aparecen Siegmund y Sieglinde en disposición simétrica, con sus perfiles escindidos anatómicamente en dos mitades intercambiadas que completan sus identidades con las de sus opuestos. El perfil de un lobo, referencia a Wotan, respira su aliento al oído del muchacho, mientras que la joven lleva atado a la nuca un perro, referencia a [su esposo] Hunding (hund, perro en alemán)”. Estas partes laterales van unidas al panel del centro mediante unos cuadrados que contienen textos y partituras “siguiendo el lema alquímico de fijar lo volátil: la palabra y la música”. El texto son “estrofas sobre la dualidad en el diálogo entre los gemelos en el primer acto”. El otro cuadrado tiene un “fragmento de la partitura de la escena final en la que aparecen, como anticipo de la siguiente jornada del Anillo, y poniendo en música el leitmotiv de Siegfried, las últimas palabras de Wotan (¡Quien tema la punta de mi lanza, jamás atravesará este fuego!)”, porque sólo el sin miedo podrá forjar la espada y atravesar el fuego (Siegfried, el hijo de Sieglinde con su hermano). Valls nos da la espada rota y sólo el sin miedo podrá forjarla.



















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