Purgatorio
Recorrida la primera parte, pasamos al lugar en donde seguiremos intentando expiar el dolor. La bienvenida nos la da una joven atrapada en un suelo adoquinado que se curva en el fondo, el mismo fondo que también es curvo en el cuadro de arriba, dado que se trata de un díptico. Esa curvatura suscita la unión entre las dos partes. En el cuadro superior hay unas palabras grabadas en la piedra: Ut superius (mismo título de esta obra que Valls realizó en el 2003). En la pieza de abajo el pintor coloca una filacteria que, como continuación de lo dicho arriba, dicta: ita est inferius. Todo ello equivale a la hermética ley que revela el axioma: como es arriba es abajo, el principio que explica que hay un mundo paralelo al visible que contiene exactamente lo mismo, pero a otro nivel. Frente a la muchacha vemos unos 64 adoquines cuadrados, colocados formando un tablero de ajedrez. Las piezas de este juego son unas velas. Las encendidas se enfrentan a las apagadas: “luz” contra “oscuridad”, “arriba” contra “abajo”. Son opuestos que tienen la misma importancia. Incluso en el ajedrez no siempre van a ganar las blancas o viceversa. Hay un tiempo destinado para las victorias y otro para los fracasos.
