-LIMBO


Limbo es el nombre de la primera fase del infierno “y Limbus es también el nombre anatómico de un área del borde inferior de la corteza cerebral, que nombra al sistema límbico, el que rige lo más primitivo, emocional e instintivo de nuestro encéfalo”, añade Valls. Limbus (2009) retrata a dos jóvenes muchachas atrapadas en un pequeño mueble de madera que aparece tapizado, en su interior, por unas hojas de papel. Estas hojas están escritas, pero el pintor las oculta, dan la espalda al público. Sólo cinco palabras serán recortadas de estos folios y mostradas, sirviendo, a la vez, de etiquetas. Están pegadas al brazo derecho de una de las jóvenes y acompañan a una pequeña lámina amarrada a ese mismo brazo. En esta lámina vemos la ilustración de una Dissectio Draconis, el dibujo de un dragón diseccionado que explica la anatomía de este animal legendario. Las etiquetas, por su parte, dictan: Vultus, Novus-Cortex, Limbus, Troncus-Cerebri y Lapis, extrayendo aquellas partes del dragón que tienen un significado especial. Esta joven tiene, además, los utensilios quirúrgicos asociados a la disección y también las puntas estilográficas que escribieron los cinco términos recortados de las hojas del fondo. Estas puntas de pluma cuelgan pellizcando la piel del antebrazo, redundando el artista en las sensaciones tan simples como incómodas que sentimos en muchas ocasiones y que, según las sagradas escrituras, son eternas aquí en las tinieblas. Estos personajes sentirán el dolor constantemente: siempre que los miremos estarán en la misma posición, con los ojos vidriosos y la respiración contenida en un suspiro ahogado, reteniendo impotencia y tormento.

Ahora observemos a la otra joven, la que se sitúa frente a nuestro ojo izquierdo. Esta chica no posee ningún tipo de objeto, está completamente desnuda, desprovista de decorado, pero su cabeza está atrapada por los tubos que vemos en el cuadro. La muchacha que la acompaña, la del draco, se refugia tras el conducto, pero ya no es prisionera de él. Si nos fijamos en los compartimentos que hay sobre sus cabezas, vemos que el de la chica desnuda contiene una llave en la cerradura y que además está adornado con la cabeza de un león furioso, también aprisionado. El león nos ayuda a adivinar los rasgos felinos de la joven y a entenderlos a ambos como criaturas semejantes que poseen una psique primitiva. El otro compartimento carece de llave, el personaje puesto debajo la guarda celosamente en su mano. Toda esta complejidad la podemos resumir en el enfrentamiento y comparación entre dos personas bastante parecidas físicamente, que casi tienen una genética idéntica, pero con una situación psíquica completamente opuestas. La joven de nuestra izquierda no posee la llave del conocimiento, es la Eva que no ha mordido la manzana, la de una mente virginal que no conoce el mal. La otra, la opuesta, posee este saber y, además, tiene pleno dominio de esa parte oscura que habita dentro del pecador. Con “pleno dominio” quiero decir que ella no es víctima de su propia imperfección y maldad, sino que decide acabar con sus tinieblas. Esto lo vemos en la simbología de su compartimento: el San Jorge que mata al dragón es el santo capaz de aniquilar al animal interno, o no, dependiendo de la entereza y acciones de cada uno. La chica descifra cada ápice de su dragón. La única forma de vencerlo es conociéndolo, y obtener, de ese modo, el lapis philosophorum o piedra filosofal: el oro alquímico a través de la voluntad y el entendimiento.



















3 / 23