-ALQUIMIA
Hasta aquí habíamos visto lo mucho que atraen al pintor el arte y la ciencia medievales. Es un momento de la historia que él entiende muy bien y que ama a raíz de su conocimiento del mismo. Los manuscritos del medievo suelen estar redactados por personas que poseían una imaginación activa para recrear escenas e imágenes que funcionaran como códigos y que a la vez no fueran condenadas por la iglesia. El arte depurado de esa época viene influenciado por el ansia del hombre de perfeccionarse a sí mismo para asimilarse al Creador. Lo que podría ser considerado como la ciencia del momento, la alquimia, era la doctrina que anhelaba conquistar el conocimiento pleno del mundo físico y espiritual. Valls introduce muchos símbolos alquímicos en sus obras para así hablar de su igual búsqueda del perfeccionamiento del alma a partir de un comportamiento impecable. Una obra suya que emplea símbolos alquímicos de un modo llamativo es Zadkiel (1988). La pieza clave es el personaje andrógino que se sitúa justo en medio de la composición, y también el dragón sobre el que está parado. Vemos una estructura perfectamente simétrica, cuyo punto central es la pelvis hermafrodita del Rebis. Estos personajes del cuadro son presentados al público por medio del lenguaje; el latín es el que Valls prefiere, por ser la lingua franca de la Europa occidental de entonces y, en cierto modo, de ahora, ya que es raíz o complemento de muchas de las lenguas actuales de occidente. El andrógino lleva bordada la palabra Rebis (cosa doble) en su vestidura, y sobre la cabeza del dragón se posa la filacteria que dicta Ego sum draco. El Rebis es entendido como el primer humano creado por Dios, a su imagen y semejanza y andrógino en consecuencia. Dios decide dividir, en esta criatura, su mitad masculina de la femenina. Debilita al humano, haciendo que cada mitad buscase, desde ese momento, a la que la complementaba. El Rebis sobre el dragón es un modelo tomado de documentos de alquimia; sin embargo no se puede saber su significado exacto si no se es un alquimista. Podemos entenderlo como el reflejo de los contrarios en cada cuerpo y la superación, equilibrio y perfección conseguidos a través de la unión de los opuestos.


En este lienzo tan complejo, no todo se resume ahí. El título de la obra es el nombre de uno de los siete arcángeles. Zadkiel es el ángel asociado al planeta Júpiter y el que equivale al día jueves de la semana. La mujer de la izquierda, quien está vestida con el color de este arcángel, el morado, más su color opuesto, el amarillo, tiene en el cuello el talismán de Júpiter con la palabra SATQVIEL. Esta mujer levanta su índice izquierdo para enseñarnos el cuadrado mágico de Júpiter que hay tallado en el muro del fondo, y un personaje diminuto que se encuentra a la derecha del cuadro sostiene otro cuadrado mágico del mismo planeta. Estos cuadrados están formados por dieciséis casillas que resultan de cuatro secciones horizontales cortadas por otras cuatro verticales. Los números están dispuestos de manera que la suma de las cifras de cualquiera de sus lados siempre da por resultado 34. A lo largo y ancho de todo el cuadro, Valls refleja estos mismos números con letras hebreas de valor numérico del uno al dieciséis, por tanto, todo el lienzo en sí es un cuadrado mágico. Si observamos detenidamente las distintas pistas que el pintor va dejando, descubriremos la estructura matemática del lienzo: hay dieciséis cuadriláteros perfectos rodeando dichas letras en toda la superficie de la obra. Para terminar con este cuadro, miremos lo que sostienen las manos del Rebis. El lado masculino porta un compás que enfatiza la fuerza fálica y la perfección del círculo, mientras que la escuadra del lado femenino representa la rectitud de pensamiento; ambos se funden en el principio matemático que rige al universo.


Aracne (1998) habla también de alquimia. El cartel colgado en el fondo es una lámina en blanco que sólo tiene una inscripción en la parte inferior, a nuestra derecha. Ese marbete indica el antiguo lema alquímico Obscurum per obscurius, ingnotum per ignotius, lo que viene a decir que para enfrentarnos a lo oscuro y desconocido debemos acceder también a través de nuestra parte menos racional. En las paredes tenemos un cúmulo de diagramas de todo tipo: de Magia, Alquimia, Cábala, Astronomía, Portulanos o cartas náuticas…: todo el saber del hombre encerrado en una habitación, creándonos un estado de confusión tal que todas las doctrinas se entrelazan o bifurcan, dando lugar a esa criatura múltiple que nos está mirando.


Criptodídimo (1999) es una obra bastante parecida a la anterior en cuanto a que vemos cuerpos humanos fundidos en otros. En este caso los textos están organizados sobre el suelo. Valls coloca láminas, formando un ajedrezado, procedentes del manuscrito de alquimia Sapientia veterum philosophorum sive doctrina eorundem de summa et universali medicina (siglo XVIII). Por el cuadro asoman unas manos que examinan el cuerpo de estas gemelas que comparten mismo y único abdomen y un par de piernas (es un cuerpo incrustado en el otro). Hasta aquí tenemos la descripción objetiva del cuadro; pero no olvidemos que Valls siempre gira por significados más complejos. Jamás debemos acercarnos a sus obras pretendiendo entenderlas de modo literal. Él mismo asegura que es un “cuadro que trata de la dualidad y el conflicto psicológico consecuente” y de ahí “la referencia a la Alquimia, actividad de proyección simbólica de esa eterna búsqueda del ser humano en la conjunción de los opuestos”.


Llegando a la salida de esta sección, encontramos otros dos cuadros: Opus Nigrum (2000) y Mutus Liber (1996). Ambas tienen en común el que nos muestran a un único personaje femenino y que los textos alquímicos aparecen escritos sobre sus pieles. En Opus Nigrum hay una chica de frente, levemente girada hacia su lado izquierdo y dirigiéndonos una mirada esquiva a la vez que temerosa. Nos mira con inseguridad y dolor. En la mitad izquierda de su cuerpo divisamos una piel mortificada por arañazos que escriben doce nombres latinos de operaciones del proceso alquímico: Calcinatio, Solutio, Elementorum separatio, Coniunctio, Putrefactio, Coagulatio, Cibatio, Sublimatio, Fermentatio, Exaltatio, Augmentatio y Protectio.


En Mutus Liber, la mujer está arrinconada, en una de las esquinas de lo que vendría a ser una biblioteca o estudio. En la estantería que hay detrás de ella localizamos una veintena de libros, todos con una encuadernación diferente, pero con el mismo título escrito en sus lomos: Mutus Liber. Hay un texto alquímico de mismo nombre, publicado en Francia en el siglo XVII, que más que palabras contiene imágenes: unos quince grabados en total que ilustran un proceso químico de purificación. En este cuadro, Valls también sugiere silencio. Las imágenes hablan sin necesidad de emitir sonido, y el personaje está como encerrado en sí mismo, únicamente señalando algo en el dibujo laberíntico de la alfombra, queriendo darnos una pista, pero todo en el más absoluto silencio. Es una comunicación mediante gestos y miradas. Las pequeñas letras que hay pintadas en su espalda suscitan, además, un peso para esta joven. Es un conocimiento que ella no debe revelar y que carga en su interior. En dicha espalda hay más texto que el que pueda haber en la veintena de libros del estante. Todo ello recoge un glosario de símbolos y nombres alquímicos del siglo XVI.



















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